Nuevo mapas para el cuerpo. Rodrigo Alonso
Nuevo mapas para el cuerpo
Rodrigo Alonso
"El cuerpo lleno no representa nada del todo. Por el contrario, son las razas y las culturas las que designan regiones sobre este cuerpo, es decir, zonas de intensidades, campos potenciales. En el interior de estos campos se producen fenómenos de individualización, de sexualización. De un campo a otro se pasa franqueando umbrales: no se deja de emigrar, se cambia de individuo como de sexo, y partir se convierte en algo tan simple como nacer y morir".
Gilles Deleuze - Félix Guattari 1
La consolidación de las sociedades postindustriales contemporáneas y su tendencia a la globalización produjeron en algunos teóricos de la postmodernidad una incertidumbre sobre el lugar reservado al hombre en el entramado de relaciones sociales expandido. Los primeros desa-rrollos teóricos pusieron de manifiesto un conflicto entre una noción de individuo sustentada en el pensamiento moderno y la nueva realidad, ajena a la que había dado lugar a esa concepción.
Así, en El Extasis de la Comunicación2, Baudrillard advierte sobre la desaparición del cuerpo y sus representaciones en el seno del espacio de "pura circulación" característico de los medios de comunicación, espacio "pornográfico" y "obsceno" que conduce a una disolución de lo privado en la "promiscuidad" de la esfera pública. Fredric Jameson 3, por su parte, alude a la desaparición del sujeto individual en el interior del "hiperespacio" producto del capital transnacional, espacio que supera las posibilidades del individuo para situarse en él. Paul Virilio 4 -por poner otro ejemplo- advierte sobre la transformación biotecnológica del cuerpo en una máquina de estimulación contínua, donde los límites entre la subjetividad y la determinación técnica tienden a ser cada vez más fluídos e imprecisos.
Todos estos autores coinciden en una cierta concepción "discreta" de individuo que las nuevas realidades de la comunicación, el hiperespacio o las tecnociencias perturbarían. En sus opiniones, el existente humano se encuentra indefenso ante el avance insoslayable de los productos del capitalismo tardío, que amenazan su entorno vital y sus intentos de construcción personal.
Sin embargo, lo que esta incertidumbre pone de manifiesto es la inoperancia de los parámetros con que fue caracterizado el hombre durante la era moderna dentro del renovado ámbito de relaciones sociales de la postmodernidad. La experiencia fragmentada de las metrópolis, el desmantelamiento de los discursos utópicos, la irrupción de la diversidad cultural en el seno del axioma de la superioridad occidental, la crisis de la ciencia y en general de la preeminencia racional de occidente, produjeron un descentramiento de las concepciones más rotundamente establecidas, echando por tierra, entre otras, la idea de un sujeto centrado, residente en un cuerpo discreto y autocontenido.
La insistencia sobre el cuerpo y la identidad en el arte contemporáneo señala la inestabilidad de sus límites en el universo globalizado, inestabilidad que se traduce en un movimiento hacia afuera y hacia adentro de los umbrales tradicionalmente establecidos: hacia afuera, por la incorporación de los cuerpos individuales a la lógica de las redes; hacia adentro, por la manipulación y penetración de los cuerpos por las biotecnologías y las prácticas de diseño corporal.
Nuevos procesos de personalización surgen articulando esta doble prolongación a la realidad de la desaparición del cuerpo como entidad individual. "La disolución de los universales marca al cuerpo de una manera decisiva. Cuando se acepta la diferenciación histórica y cultural, ya no es posible pensar el cuerpo como el terreno pasivo o estable de la actividad social correlativa. El cuerpo es, también, un lugar histórico y social que no puede considerase fijo y que tampoco constituye un presupuesto dado" 5.
El cuerpo ha dejado de ser el depósito de las definiciones personales para ser un espacio estratégico donde se redefinen identidades, pero no ya como algo establecido para siempre sino más bien como producto de un continuo desplazamiento de aquellos valores que sí parecían estarlo.
La obra de las artistas feministas de los '90 es un claro ejemplo de este tipo de práctica. Antes que definir una categoría para la mujer, sus producciones desplazan la mirada centrada y objetivadora -ligada a los modelos de representación masculinos- hacia ámbitos de indetermina-ción y ambigüedad. En el desplazamiento significante desde concepciones establecidas a zonas de indeterminación semántica, sus estrategias socavan dichas concepciones haciéndolas estallar desde sus mismos fundamentos.
El deslizamiento significante es una de las metáforas de las migraciones conceptuales que caracterizan la redefinición social y cultural contemporánea. Según Iain Chambers, "es la disper-sión correlativa a la migración la que irrumpe y pone en cuestión los temas englobantes de la mo-dernidad: la nación y su literatura, los lenguajes y su sentido de la identidad, la metrópolis, el sentido de lo central, el sentido de la homogeneidad psíquica y cultural. En el reconocimiento del otro y de la alteridad radical advertimos que ya no estamos en el centro del mundo. El sentido del centro y de nuestro ser está desplazado. También nosotros, en tanto sujetos históricos, culturales y psíquicos estamos desarraigados y nos vemos obligados a responder a nuestra existencia en términos de movimiento y metamorfosis" 6.
Una Cartografía Reticular
La experiencia del desplazamiento atraviesa al hombre contemporáneo. Y en su devenir errante se advierte ligado a seres y espacios cambiantes; sus coordenadas dibujan nuevos mapas que se definen en función del sitio ocupado en una red de relaciones, para las que las experiencias acotadas del cogito e incluso del núcleo familiar dejan de tener sentido. El modelo de la red -ampliamente difundido en la teoría actual 7 - rige incluso las instancias materiales que gobiernan a las sociedades postindustriales y a sus habitantes, insertos en un paisaje dominado por multina-cionales, networks e internet.
Como sostiene Heinz Pagels: "Una red no tiene «arriba» ni «abajo». Más bien es una pluralidad de conexiones que incrementan las posibles interacciones entre sus componentes. No hay autoridad central ejecutiva que supervise el sistema" 8. La experiencia de la red es intensamente alteradora -es decir, perturbadora pero también reveladora de una alteridad- y descentrante, y la falta de un centro organizador de la experiencia ha producido ese sentimiento de "vacío" y "desarraigo" tan ligado a la producción estética contemporánea.
La serie de los mapas de Guillermo Kuitca es quizás la metáfora más sutil de esta nueva constitución del entramado humano. La cuidadosa reproducción de carreteras, redes ferroviarias, ríos y otras vías de comunicación entre ciudades muchas veces ignotas, otras inexistentes, pone en relieve la reducción de la experiencia del viaje y la comunicación a la errancia y el desplazamiento anónimo entre nodos de una cartografía imprecisa. El reemplazo de la tela por colchones como soporte para los mapas introduce -entre otras- la problemática de la identidad, en tanto opone un punto de reposo al deslizamiento físico de los viajes. Más adelante, los mapas dejan de unir ciudades para interconectar nombres de personas; las vías que los comunican son ahora representaciones cartográficas de afectos y lazos interpersonales, relaciones vinculares traducidas al lenguaje reticular.
En sus composiciones digitales, Mónica Castagnotto también acude a la figura del entretejido humano: las líneas que unen los pequeños retratos de niños escolares de uno de sus Forros (1997) son los hilos de una teleraña que remiten metonímicamente a los clásicos "forros araña". La red tiene aquí una relación directa con la memoria; en ella han quedado atrapadas, como moscas en la amenazante tela, los recuerdos infantiles, multiplicados hasta diluirse en la referencia escolar. La mirada es irónica pero a la vez perturbadora, al evidenciar construcciones personales perdidas, fisuras en la red de vínculos afectivos que definen toda historia individual.
Las redes que conectan a los seres "vaciados" de Dino Bruzzone remiten al lugar del hombre dentro del entramado al que lo somete la transformación tecnológica y mediática de su entorno. Un cableado excesivo une a esos seres a los medios de comunicación contemporáneos (TV, computadora, radio, máquina de fax, etc) o a las imágenes publicitarias que cierran el cir-cuito de sus instalaciones. Pero esas conexiones delatan las contradicciones y paradojas del sistema que en la multiplicación de opciones inhibe la libertad de elección, o en la profusión de medios produce a un individuo cada vez más incomunicado, como lo señalan los títulos de las obras "Estoy tratando de pensar en algo" (1994) o "Estoy tratando de conectarme a algo" (1995).
Todas estas representaciones de cuerpos en circuitos interconectados encuentran su caracterización más dramática a nivel social en la generalización de la enfermedad del Sida. El Sida ha puesto en evidencia el sistema de la sexualidad como el vínculo que une a todos los integrantes de la red sin distinción, atravesando las fronteras de las preferencias sexuales, las razas, las condiciones económicas, etc.
Dice Susan Sontag en El Sida y sus Metáforas: "Al igual que los efectos de la contamina-ción industrial y el nuevo sistema de mercados financieros globales, la crisis del Sida pone en evidencia un mundo en el que nada importante puede ser regional, local, limitado; en el que todo lo que puede circular, circula, y en donde todo problema es, o está destinado a ser, mundial" 9.
Territorios y Fronteras Invadidos
Además de explicitar la superación de los umbrales del cuerpo individual dentro del circuito de la sexualidad, el Sida señala el debilitamiento de las fronteras que resguardaban su interior de los aconteceres externos. El cuerpo cede física y conceptualmente. Se reaviva la metáfora militar del cuerpo invadido que según Sontag caracteriza una de las representaciones sociales más difundidas de la enfermedad.
Como sostiene Allison Fraiberg "Las nociones cyborg de límites transgredidos y caída de las diferenciaciones encuentran su referente inmunológico en los discursos sobre el Sida. La realidad del HIV ha abierto e incorporado a los cuerpos a un sistema integrado por, entre otras cosas, la sexualidad. La conciencia de la presencia del Sida ha derribado las demarcaciones tradicionales del cuerpo, disolviendo las barreras entre el adentro y el afuera" 10.
La caracterización del complejo corporal como barrera protectora frente a las injerencias de las circunstancias externas, sufre un nuevo embate ante el desarrollo inusitado de las biotecnologías. La facilidad con que es posible diseñar y transformar al cuerpo, no sólo modificando sus hábitos o su presentación externa, sino también manipulando sus ritmos fisiológicos o sus determinaciones físicas, ha producido un nuevo impacto sobre las representaciones del cuerpo discreto. Su insuficiencia para hacer frente a la manipulación genética o cibernética señala el desmoronamiento de la imagen milenaria del cuerpo como "templo" o "fortaleza" y el ascenso de representaciones que lo presentan indefenso, frágil, permeable, penetrable.
La obra de Silvia Gai transita esta vía en la caracterización del cuerpo enfermo. En una instalación presentada en a:e,i u o en 1994, exhibió una serie de almohadones, unos bordados con las letras "HIV", otro impreso con una solicitud de análisis del retrovirus. Gai opone en estas obras el discurso impersonal de la medicina moderna a la práctica tradicional del cuidado, en momentos en los que la confianza y certidumbre de la práctica médica -el baluarte científico de la modernidad- enseña sus límites ante la imposibilidad de resguardar al cuerpo sano. Recientemente, Gai ha realizado una serie de "esculturas" tejidas al crochet y embebidas en almibar que representan diferentes órganos humanos con pequeñas imperfecciones. La delicadeza de los materiales empleados invisten a los órganos de connotaciones ligadas a la fragilidad y la indefensión, mientras los agujeros en la trama del tejido los señalan como permeables y fácilmente penetrables. Existe, sin embargo, otra lectura posible -tampoco definitiva- por la cual, más que ór-ganos modelados en hilo y azúcar, las "esculturas" parecen delicadas carpetitas protectoras de órganos ausentes. En cualquiera de los casos, las obras refuerzan la precariedad de estos "motores del cuerpo" al aislarlos del organismo que les imprime su sentido vital y exponerlos como piezas de museo, lo que unido a su factura "doméstica", acentúa la referencia a los discursos del cuidado y la conservación.
La conmoción de los límites del cuerpo en relación al discurso médico es también una de las preocupaciones de la obra de Marta Ares. En 1995 presentó en la Galería Tema la video instalación ...Entonces, la piel se derrama... en la que un fluído viscoso de color blanco proyectado en el centro de una habitación ambientada en el mismo color, remitía a la inestabilidad de la piel -el elemento corporal que nos separa del exterior- frente al desarrollo de la biotecnología actual. La piel es además la superficie sobre la que el individuo diseña su propia imagen, con lo que su disolución señala la desaparición de uno de los lugares privilegiados de construcción de la identidad.
En el estudio fotográfico para Caricia/Oclusión (1996) son ahora jeringas, cicatrices, grietas, los que atraviesan la superficie corporal señalando sus fisuras, su permeabilidad, la imposibilidad de detener la penetración contínua de un entorno agresivo e insistente.
En cualquiera de los casos citados, encontramos a un cuerpo fragmentado, desligado de sus marcas de individualización o de contextos específicos. Sin embargo, la pérdida de su unidad no implica su indiferenciación con el entorno; por el contrario, señala la necesidad de una redefinición de sus límites a la luz de la experiencia de un sujeto expandido.
Las realidades de la red y de la manipulación corporal, abren el juego a nuevas definiciones estéticas del hombre sobre las bases de la aceptación de su pertenencia efectiva a un universo tecnológico, global y multicultural.
Notas:
1. Deleuze, Gilles & Guattari, Felix: El Anti Edipo: Capitalismo y Esquizofrenia, Barcelona, Paidós, 1995 (1972), pág. 91.
2. Baudrillard, Jean: "El Extasis de la Comunicación" en Foster, Hal (Ed): La Postmodernidad, Barcelona, Kairós, 1985.
3. Jameson, Fredric: Teoría de la Postmodernidad, Madrid, Trotta, 1996 (1991).
4. Virilio, Paul: El Arte del Motor, Buenos Aires, Manantial, 1996 (1993).
5. Chambers, Iain: Migración, Cultura, Identidad, Buenos Aires, Amorrortu, 1995, pág. 43.
6. Ibidem, pág. 44.
7. Como lo hace notar Landow: "Puede apreciarse la importancia general del pensamiento no lineal o antilineal por la frecuencia con que Barthes y otros críticos utilizan los vocablos nexo, red, trama y trayecto, y por la destacada posición que les dan. Más que cualquier otro teórico contemporáneo, Derrida emplea los términos nexo, trama, red, matriz y entretejido en relación con la hipertextualidad. Bakhtin, asimismo, emplea nexos, conexión, inter-conexión y entretejido. Como Barthes, Bakhtin y Derrida, Foucault concibe al texto en términos de red y se vale precisamente de este modelo para describir su proyecto, el «análisis arqueológico del conocimiento mismo»" (Landow, George: Hipertexto, Barcelona, Paidós, 1995, pág. 39).
8. Pagels, Heinz: Los Sueños de la Razón, Barcelona, Gedisa, 1990.
9. Sontag, Susan: La Enfermedad y sus Metáforas / El Sida y sus Metáforas, Buenos Aires, Taurus, 1996 (1978/1988), pág. 170.
10. Fraiberg, Allison: "Of Aids, Cyborgs and Other Indiscretions: Resurfacing the Body in the Postmodern" en Postmodern Culture, vol. 1 N° 3, mayo 1991.
Texto extraído de:
http://www.arteuna.com/CRITICA/RAlonso4.htm
Rodrigo Alonso
"El cuerpo lleno no representa nada del todo. Por el contrario, son las razas y las culturas las que designan regiones sobre este cuerpo, es decir, zonas de intensidades, campos potenciales. En el interior de estos campos se producen fenómenos de individualización, de sexualización. De un campo a otro se pasa franqueando umbrales: no se deja de emigrar, se cambia de individuo como de sexo, y partir se convierte en algo tan simple como nacer y morir".
Gilles Deleuze - Félix Guattari 1
La consolidación de las sociedades postindustriales contemporáneas y su tendencia a la globalización produjeron en algunos teóricos de la postmodernidad una incertidumbre sobre el lugar reservado al hombre en el entramado de relaciones sociales expandido. Los primeros desa-rrollos teóricos pusieron de manifiesto un conflicto entre una noción de individuo sustentada en el pensamiento moderno y la nueva realidad, ajena a la que había dado lugar a esa concepción.
Así, en El Extasis de la Comunicación2, Baudrillard advierte sobre la desaparición del cuerpo y sus representaciones en el seno del espacio de "pura circulación" característico de los medios de comunicación, espacio "pornográfico" y "obsceno" que conduce a una disolución de lo privado en la "promiscuidad" de la esfera pública. Fredric Jameson 3, por su parte, alude a la desaparición del sujeto individual en el interior del "hiperespacio" producto del capital transnacional, espacio que supera las posibilidades del individuo para situarse en él. Paul Virilio 4 -por poner otro ejemplo- advierte sobre la transformación biotecnológica del cuerpo en una máquina de estimulación contínua, donde los límites entre la subjetividad y la determinación técnica tienden a ser cada vez más fluídos e imprecisos.
Todos estos autores coinciden en una cierta concepción "discreta" de individuo que las nuevas realidades de la comunicación, el hiperespacio o las tecnociencias perturbarían. En sus opiniones, el existente humano se encuentra indefenso ante el avance insoslayable de los productos del capitalismo tardío, que amenazan su entorno vital y sus intentos de construcción personal.
Sin embargo, lo que esta incertidumbre pone de manifiesto es la inoperancia de los parámetros con que fue caracterizado el hombre durante la era moderna dentro del renovado ámbito de relaciones sociales de la postmodernidad. La experiencia fragmentada de las metrópolis, el desmantelamiento de los discursos utópicos, la irrupción de la diversidad cultural en el seno del axioma de la superioridad occidental, la crisis de la ciencia y en general de la preeminencia racional de occidente, produjeron un descentramiento de las concepciones más rotundamente establecidas, echando por tierra, entre otras, la idea de un sujeto centrado, residente en un cuerpo discreto y autocontenido.
La insistencia sobre el cuerpo y la identidad en el arte contemporáneo señala la inestabilidad de sus límites en el universo globalizado, inestabilidad que se traduce en un movimiento hacia afuera y hacia adentro de los umbrales tradicionalmente establecidos: hacia afuera, por la incorporación de los cuerpos individuales a la lógica de las redes; hacia adentro, por la manipulación y penetración de los cuerpos por las biotecnologías y las prácticas de diseño corporal.
Nuevos procesos de personalización surgen articulando esta doble prolongación a la realidad de la desaparición del cuerpo como entidad individual. "La disolución de los universales marca al cuerpo de una manera decisiva. Cuando se acepta la diferenciación histórica y cultural, ya no es posible pensar el cuerpo como el terreno pasivo o estable de la actividad social correlativa. El cuerpo es, también, un lugar histórico y social que no puede considerase fijo y que tampoco constituye un presupuesto dado" 5.
El cuerpo ha dejado de ser el depósito de las definiciones personales para ser un espacio estratégico donde se redefinen identidades, pero no ya como algo establecido para siempre sino más bien como producto de un continuo desplazamiento de aquellos valores que sí parecían estarlo.
La obra de las artistas feministas de los '90 es un claro ejemplo de este tipo de práctica. Antes que definir una categoría para la mujer, sus producciones desplazan la mirada centrada y objetivadora -ligada a los modelos de representación masculinos- hacia ámbitos de indetermina-ción y ambigüedad. En el desplazamiento significante desde concepciones establecidas a zonas de indeterminación semántica, sus estrategias socavan dichas concepciones haciéndolas estallar desde sus mismos fundamentos.
El deslizamiento significante es una de las metáforas de las migraciones conceptuales que caracterizan la redefinición social y cultural contemporánea. Según Iain Chambers, "es la disper-sión correlativa a la migración la que irrumpe y pone en cuestión los temas englobantes de la mo-dernidad: la nación y su literatura, los lenguajes y su sentido de la identidad, la metrópolis, el sentido de lo central, el sentido de la homogeneidad psíquica y cultural. En el reconocimiento del otro y de la alteridad radical advertimos que ya no estamos en el centro del mundo. El sentido del centro y de nuestro ser está desplazado. También nosotros, en tanto sujetos históricos, culturales y psíquicos estamos desarraigados y nos vemos obligados a responder a nuestra existencia en términos de movimiento y metamorfosis" 6.
Una Cartografía Reticular
La experiencia del desplazamiento atraviesa al hombre contemporáneo. Y en su devenir errante se advierte ligado a seres y espacios cambiantes; sus coordenadas dibujan nuevos mapas que se definen en función del sitio ocupado en una red de relaciones, para las que las experiencias acotadas del cogito e incluso del núcleo familiar dejan de tener sentido. El modelo de la red -ampliamente difundido en la teoría actual 7 - rige incluso las instancias materiales que gobiernan a las sociedades postindustriales y a sus habitantes, insertos en un paisaje dominado por multina-cionales, networks e internet.
Como sostiene Heinz Pagels: "Una red no tiene «arriba» ni «abajo». Más bien es una pluralidad de conexiones que incrementan las posibles interacciones entre sus componentes. No hay autoridad central ejecutiva que supervise el sistema" 8. La experiencia de la red es intensamente alteradora -es decir, perturbadora pero también reveladora de una alteridad- y descentrante, y la falta de un centro organizador de la experiencia ha producido ese sentimiento de "vacío" y "desarraigo" tan ligado a la producción estética contemporánea.
La serie de los mapas de Guillermo Kuitca es quizás la metáfora más sutil de esta nueva constitución del entramado humano. La cuidadosa reproducción de carreteras, redes ferroviarias, ríos y otras vías de comunicación entre ciudades muchas veces ignotas, otras inexistentes, pone en relieve la reducción de la experiencia del viaje y la comunicación a la errancia y el desplazamiento anónimo entre nodos de una cartografía imprecisa. El reemplazo de la tela por colchones como soporte para los mapas introduce -entre otras- la problemática de la identidad, en tanto opone un punto de reposo al deslizamiento físico de los viajes. Más adelante, los mapas dejan de unir ciudades para interconectar nombres de personas; las vías que los comunican son ahora representaciones cartográficas de afectos y lazos interpersonales, relaciones vinculares traducidas al lenguaje reticular.
En sus composiciones digitales, Mónica Castagnotto también acude a la figura del entretejido humano: las líneas que unen los pequeños retratos de niños escolares de uno de sus Forros (1997) son los hilos de una teleraña que remiten metonímicamente a los clásicos "forros araña". La red tiene aquí una relación directa con la memoria; en ella han quedado atrapadas, como moscas en la amenazante tela, los recuerdos infantiles, multiplicados hasta diluirse en la referencia escolar. La mirada es irónica pero a la vez perturbadora, al evidenciar construcciones personales perdidas, fisuras en la red de vínculos afectivos que definen toda historia individual.
Las redes que conectan a los seres "vaciados" de Dino Bruzzone remiten al lugar del hombre dentro del entramado al que lo somete la transformación tecnológica y mediática de su entorno. Un cableado excesivo une a esos seres a los medios de comunicación contemporáneos (TV, computadora, radio, máquina de fax, etc) o a las imágenes publicitarias que cierran el cir-cuito de sus instalaciones. Pero esas conexiones delatan las contradicciones y paradojas del sistema que en la multiplicación de opciones inhibe la libertad de elección, o en la profusión de medios produce a un individuo cada vez más incomunicado, como lo señalan los títulos de las obras "Estoy tratando de pensar en algo" (1994) o "Estoy tratando de conectarme a algo" (1995).
Todas estas representaciones de cuerpos en circuitos interconectados encuentran su caracterización más dramática a nivel social en la generalización de la enfermedad del Sida. El Sida ha puesto en evidencia el sistema de la sexualidad como el vínculo que une a todos los integrantes de la red sin distinción, atravesando las fronteras de las preferencias sexuales, las razas, las condiciones económicas, etc.
Dice Susan Sontag en El Sida y sus Metáforas: "Al igual que los efectos de la contamina-ción industrial y el nuevo sistema de mercados financieros globales, la crisis del Sida pone en evidencia un mundo en el que nada importante puede ser regional, local, limitado; en el que todo lo que puede circular, circula, y en donde todo problema es, o está destinado a ser, mundial" 9.
Territorios y Fronteras Invadidos
Además de explicitar la superación de los umbrales del cuerpo individual dentro del circuito de la sexualidad, el Sida señala el debilitamiento de las fronteras que resguardaban su interior de los aconteceres externos. El cuerpo cede física y conceptualmente. Se reaviva la metáfora militar del cuerpo invadido que según Sontag caracteriza una de las representaciones sociales más difundidas de la enfermedad.
Como sostiene Allison Fraiberg "Las nociones cyborg de límites transgredidos y caída de las diferenciaciones encuentran su referente inmunológico en los discursos sobre el Sida. La realidad del HIV ha abierto e incorporado a los cuerpos a un sistema integrado por, entre otras cosas, la sexualidad. La conciencia de la presencia del Sida ha derribado las demarcaciones tradicionales del cuerpo, disolviendo las barreras entre el adentro y el afuera" 10.
La caracterización del complejo corporal como barrera protectora frente a las injerencias de las circunstancias externas, sufre un nuevo embate ante el desarrollo inusitado de las biotecnologías. La facilidad con que es posible diseñar y transformar al cuerpo, no sólo modificando sus hábitos o su presentación externa, sino también manipulando sus ritmos fisiológicos o sus determinaciones físicas, ha producido un nuevo impacto sobre las representaciones del cuerpo discreto. Su insuficiencia para hacer frente a la manipulación genética o cibernética señala el desmoronamiento de la imagen milenaria del cuerpo como "templo" o "fortaleza" y el ascenso de representaciones que lo presentan indefenso, frágil, permeable, penetrable.
La obra de Silvia Gai transita esta vía en la caracterización del cuerpo enfermo. En una instalación presentada en a:e,i u o en 1994, exhibió una serie de almohadones, unos bordados con las letras "HIV", otro impreso con una solicitud de análisis del retrovirus. Gai opone en estas obras el discurso impersonal de la medicina moderna a la práctica tradicional del cuidado, en momentos en los que la confianza y certidumbre de la práctica médica -el baluarte científico de la modernidad- enseña sus límites ante la imposibilidad de resguardar al cuerpo sano. Recientemente, Gai ha realizado una serie de "esculturas" tejidas al crochet y embebidas en almibar que representan diferentes órganos humanos con pequeñas imperfecciones. La delicadeza de los materiales empleados invisten a los órganos de connotaciones ligadas a la fragilidad y la indefensión, mientras los agujeros en la trama del tejido los señalan como permeables y fácilmente penetrables. Existe, sin embargo, otra lectura posible -tampoco definitiva- por la cual, más que ór-ganos modelados en hilo y azúcar, las "esculturas" parecen delicadas carpetitas protectoras de órganos ausentes. En cualquiera de los casos, las obras refuerzan la precariedad de estos "motores del cuerpo" al aislarlos del organismo que les imprime su sentido vital y exponerlos como piezas de museo, lo que unido a su factura "doméstica", acentúa la referencia a los discursos del cuidado y la conservación.
La conmoción de los límites del cuerpo en relación al discurso médico es también una de las preocupaciones de la obra de Marta Ares. En 1995 presentó en la Galería Tema la video instalación ...Entonces, la piel se derrama... en la que un fluído viscoso de color blanco proyectado en el centro de una habitación ambientada en el mismo color, remitía a la inestabilidad de la piel -el elemento corporal que nos separa del exterior- frente al desarrollo de la biotecnología actual. La piel es además la superficie sobre la que el individuo diseña su propia imagen, con lo que su disolución señala la desaparición de uno de los lugares privilegiados de construcción de la identidad.
En el estudio fotográfico para Caricia/Oclusión (1996) son ahora jeringas, cicatrices, grietas, los que atraviesan la superficie corporal señalando sus fisuras, su permeabilidad, la imposibilidad de detener la penetración contínua de un entorno agresivo e insistente.
En cualquiera de los casos citados, encontramos a un cuerpo fragmentado, desligado de sus marcas de individualización o de contextos específicos. Sin embargo, la pérdida de su unidad no implica su indiferenciación con el entorno; por el contrario, señala la necesidad de una redefinición de sus límites a la luz de la experiencia de un sujeto expandido.
Las realidades de la red y de la manipulación corporal, abren el juego a nuevas definiciones estéticas del hombre sobre las bases de la aceptación de su pertenencia efectiva a un universo tecnológico, global y multicultural.
Notas:
1. Deleuze, Gilles & Guattari, Felix: El Anti Edipo: Capitalismo y Esquizofrenia, Barcelona, Paidós, 1995 (1972), pág. 91.
2. Baudrillard, Jean: "El Extasis de la Comunicación" en Foster, Hal (Ed): La Postmodernidad, Barcelona, Kairós, 1985.
3. Jameson, Fredric: Teoría de la Postmodernidad, Madrid, Trotta, 1996 (1991).
4. Virilio, Paul: El Arte del Motor, Buenos Aires, Manantial, 1996 (1993).
5. Chambers, Iain: Migración, Cultura, Identidad, Buenos Aires, Amorrortu, 1995, pág. 43.
6. Ibidem, pág. 44.
7. Como lo hace notar Landow: "Puede apreciarse la importancia general del pensamiento no lineal o antilineal por la frecuencia con que Barthes y otros críticos utilizan los vocablos nexo, red, trama y trayecto, y por la destacada posición que les dan. Más que cualquier otro teórico contemporáneo, Derrida emplea los términos nexo, trama, red, matriz y entretejido en relación con la hipertextualidad. Bakhtin, asimismo, emplea nexos, conexión, inter-conexión y entretejido. Como Barthes, Bakhtin y Derrida, Foucault concibe al texto en términos de red y se vale precisamente de este modelo para describir su proyecto, el «análisis arqueológico del conocimiento mismo»" (Landow, George: Hipertexto, Barcelona, Paidós, 1995, pág. 39).
8. Pagels, Heinz: Los Sueños de la Razón, Barcelona, Gedisa, 1990.
9. Sontag, Susan: La Enfermedad y sus Metáforas / El Sida y sus Metáforas, Buenos Aires, Taurus, 1996 (1978/1988), pág. 170.
10. Fraiberg, Allison: "Of Aids, Cyborgs and Other Indiscretions: Resurfacing the Body in the Postmodern" en Postmodern Culture, vol. 1 N° 3, mayo 1991.
Texto extraído de:
http://www.arteuna.com/CRITICA/RAlonso4.htm