María Teresa Hincapié. José Hernán Aguilar

María Teresa Hincapié
José Hernán Aguilar

En 1990, María Teresa Hincapié ganó el primer premio del Salón de Artistas Colombianos con un performance de ocho horas llamado “Una cosa es una cosa”, en que sacaba muchas cosas de una raída maleta de viaje y las colocaba en un inmenso rectángulo. Ropa, comida y objetos decorativos baratos conformaban los elementos cuidadosamente desempacados y guardados de nuevo por Hincapié. La idea para nada era nueva y mucho menos su realización, pues bastantes precedentes podrían encontrarse en el arte conceptual de los sesenta y setenta o en el cinema verité de Chantal Ackerman o Laura Mulvey. Lo interesante era que Hincapié procedía de una disciplina disociada, por lo menos en Colombia, de las artes plásticas: el teatro y, más aún, el teatro de creación colectiva y de temática más bien politicoide. De cierto modo Hincapié era una "aparecida".




María Teresa Hincapié
Esta tierra es mi cuerpo...
Performance, 1992.

Esta tierra es mi cuerpo.
El cielo es mi cuerpo.
Las estaciones son mi cuerpo.

El agua también es mi cuerpo.
El mundo es tan grande como mi cuerpo.

No piensen que solamente estoy en el este,
en el oeste, en el sur o en el norte.

Estoy en todas partes.
(Asesino de Enemigos, héroe apache).


Sin embargo, ya desde 1987 Hincapié venía trabajando este tipo muy sencillo de performance. Con José Alejandro Restrepo produce “Parquedades”. Con música y transmisión en video, Hincapié (aún referida como actriz) se paseaba por un parque sin otro propósito que llamar la atención sobre su movimiento, sus gestos y su actividad normal. Trabajando ya sola y siempre con el reto de llenar un gran espacio, Hincapié crea en 1989 Punto de fuga, en que a partir de un foco único caminaba y volvía recuerdo físico muchas líneas imaginarias. En “Naturaleza muerto en un espacio muerto”, también de 1989, los objetos de uso diario formaban, pequeños montículos (a la manera de bodegones) para oponerse con desconcertante humildad a la fealdad del espacio circundante. En “Vitrina” (1990), Hincapié utilizó una inmensa ventana para pintar con detergente su propio cuerpo y dibujos ya de carácter más caprichoso; el toque final era tan fino como conmovedor: un beso de lápiz labial.

Desde luego, Hincapié deseaba en todos estos trabajos llegar al punto muerto donde se podrían fusionar actividad física y transformación artística, sofisticando con tal procedimiento las ideas de Brecha y Beuys acerca de una simbiosis entre arte y vída. Claro, alguna huella de opinión política puede detectarse, si bien tiene que ver con la política del cuerpo y su extensión como entidad psicológica, más en el campo del reconocimiento perceptual que en el de la diferencia sexual. Aunque sus últimos performances han invertido el método de formalización (en su “Cocina” de 1991, por ejemplo, el espacio tiende a cerrarse en torno a ella), Hincapié acaricia algunas ideas de la teoría crítica de Lacan aceptada por muchas feministas, en especial lo referente a la "construcción" de la mujer como categoría (como fetiche, como signo) en un mundo patriarcal. Las tareas sencillas realizadas por la artista en sus obras (sacar cosas, meterlas, limpiar ventanas u ollas, caminar lentamente pegada al muro, etc.) sacan a relucir las actividades domésticas de muchas mujeres colombianas, otorgándoles un valor ritual importante, volviéndolas válidas no tanto como material artístico sino como pruebas de una cultura gestual, típica y anónima.


María Teresa Hincapié
Esta tierra es mi cuerpo...
Performance, 1992.


Por lo tanto, no sería muy arriesgado ver en los performances, y ahora en “Esta tierra es mi cuerpo...,” de María Teresa Hincapié una curiosa convergencia de psicoanálisis, feminismo y semiótica, que intenta investigar de la manera más intensa las posibilidades expansivas de las imágenes domésticas, de los códigos comunes y de la representación de situaciones específicas (amante, madre, cocinera, actriz). La estrategia anti-opresiva de Hincapié hace énfasis en la formación de un "mito" colombiano, aquél que se origina en el rechazo del machismo y en la santificación de las tareas cotidianas.

María Teresa Hincapié
Esta tierra es mi cuerpo...,
Performance, 1992.



Es cierto, claro, que los performances de Hincapié -desde el punto de vista del contenido- delatan cierto anacronismo, una rara sensación de "cosa ya vista". Sin embargo, lo que desbarata cualquier argumento sobre su actualidad es la impresionante intensidad que la artista proyecta en sus presentaciones. Esta tierra es mi cuerpo... tiene, por supuesto, otros parámetros formales, pero aún así es profundamente emotiva y profusamente activa. Como su trabajo ha demostrado una estética consistente en cuanto a desarrollar, irónicamente, una antiestética, Hincapié logra lo que muy difícilmente obtienen otros artistas, que su imagen física sea su imagen artística. La actriz se ha aprendido los diálogos a la perfección, tanto que no hay que hablar. Sólo moverse, plantar y sentir.


Texto extraído de:
http://www.lablaa.org/blaavirtual/todaslasartes/anam/anam21a.htm