Manifiesto Nadaísta
Manifiesta Nadaísta
“Desinteresarse de todo lo exterior es imposible, razonablemente, cuando se tiene ya una existencia construida con interrelaciones. Basta recordar el «verdadero carácter» de todo ello, y buscar el equilibrio en lo interior. Pero no como plenitud de sentido, ni como lugar donde lo universal refluye o coexiste, sino como la pura nada.”
Juan-Eduardo Cirlot
(“Del no mundo”)
I.
Cualquier enunciado que tenga
II. El nadaísmo
Es nadaísta todo aquello que expresa
Es nadaísta todo aquello que conduce al éxtasis. El éxtasis es el contacto directo con
La política y la publicidad son esclavas de lo concreto y, por lo tanto, ajenas a
La más evolucionada de las formas en cualquier arte no puede sino adoptar la forma de la ausencia de forma. El que pretende acercarse a la verdad, se acerca a la estructura de
El arte debe ser consciente de su propia mentira y expresarla para anularse a sí mismo. Por eso, el nadaísta es siempre extremo en su estilo. Existen dos formas básicas de hacer evidente el artificio: reducirlo al mínimo o alimentarlo hasta la hipérbole. Por un lado están los nadaístas que recortan el lenguaje de su arte hasta quedarse con unos elementos básicos; por el otro, aquellos que muestran su impostura a través del juego, la desestructuración, el ruido… No hay que confundir la austeridad con la ausencia de estilo. El minimalista crea su estilo a partir del recorte; el ruidista, a partir del juego. Minimalismo y ruidismo se dan en todas las artes nadaístas. Son minimalistas, por ejemplo, Ciorán, Satie y Dreyer; son ruidistas Borges, Sonic Youth y Fellini. Hay incluso nadaístas que oscilan entre ambos estilos; por ejemplo Beckett, minimalista en “fin de partida” y ruidista en “Molloy”. Ambos extremos confluyen en
El nadaísta tiende puentes hacia
Dios y
III. La imagen nadaísta
"Independientemente de que no podamos percibir el universo en su totalidad, la imagen es capaz de expresar esa totalidad."
Andrei Tarkovski(Esculpir en el tiempo)
La belleza de las imágenes naturales nace del contraste entre el aparente orden y armonía de los elementos y
Las reproducciones de la naturaleza no siempre son expresiones de
Hay, sin embargo, algunas imágenes de la realidad que tienen en sí mismas la tensión necesaria para expresar
Las imágenes de desolación y destrucción en la naturaleza esconden a menudo historias atroces y actos violentos. La reprobabilidad de esos actos no quita el valor artístico de esas imágenes. El arte debe ser, en cierto modo, ajeno a la moral. Ninguna obra de arte justifica un acto inmoral; pero, a menudo, los actos inmorales generan “obras de arte” fatídicamente hermosas.
La moral, en el arte, debe manifestarse únicamente a través de la forma, que responde siempre a una ética particular. A eso se refería Godard cuando afirmaba que "el travelling es una cuestión moral", a la correspondencia entre ética y estética. No hay que confundir esto con la moral aplicada al contenido, que se traduce en censuras y moralejas, más cercanas a la propaganda que al arte.
Todo artista que se precie es nadaísta en algún momento. Son nadaístas las casas ardiendo bajo la lluvia de Tarkovski, los susurros en la oscuridad de Víctor Erice, los espejos de
IV. El sonido nadaísta
“La soledad sonora, lo qual es quasi lo mesmo que la música callada; porque aunque aquella música es callada quanto a los sentidos y potencias naturales, es soledad muy sonora para las potencias espirituales; porque estando ellas solas y bazias todas las formas y aprehenziones naturales, pueden recibir bien el sentido espiritual sonorissimamente”.
San Juan de la Cruz
En un contexto musical, el silencio y el ruido son los mejores aliados de
El ruido es el amante secreto del silencio, ambos están más cerca de lo que parece.
El ruido no es contrario a
Son nadaístas: La música callada de Mompou y Satie, los brazos que como antenas se elevan hacia el cielo de Godspeed you black emperor!, la repetición en Neu!, el éxtasis melódico en A Love Supreme de Coltrane, los hongos atómicos de Yo
V. El texto nadaísta
“No amo las letras, no me dicen nada,
amo la vida vida que cual nada
se erige hermosa en luz que es también nada,
hermosa por ser luz y por ser nada.”
Francisco Pino (Antisalmos)
Un texto nadaísta expresa
La contradicción, la paradoja, la ironía, el juego y la desestructuración del lenguaje son habituales en los textos nadaístas.
Si la literatura nadaísta se caracteriza por algo en concreto, es por no tener una forma definida. La forma debe surgir de la idea (Vicente Huidobro). Una idea nadaísta conducirá inevitablemente a un estilo extremo y personal, sea éste minimalista o ruidista. No existe una idea unívoca de nadaísmo. En él se da tanto la modalidad gesticulante y estruendosa de los futuristas como la aparentemente opuesta contención y silencio que manifiesta la práctica literaria del haiku.
La obra poética tenderá al contacto centelleante con
La literatura también debe ser como la embriaguez: provocar reacciones en uno mismo y en los demás, dar asco o agradar, infamar, divertir, seducir… hasta perder la consciencia; y todo ello es lícito por medio de la impostura. En tanto que artificio, la literatura es impostura. Trabaja sobre una verdad o realidad construida, aunque parta de lo real. Siempre partir de lo real y no quedarse en ello. El nadaísmo rechaza toda manifestación de la llamada poesía de la experiencia, así como de lo social (trascendido puede ser fantástico como un film de Kusturica) o de todo tipo de realismo prosaico. La experiencia individual no trascendida es banal e impide el proceso nadaísta de lo eterno. Los objetos deben transmitir
El nadaísmo del texto empieza a hacerse físico (hablamos otra vez de lo formal y no del contenido) con Mallarmé, el Satie de las letras. Al leer Valéry su libro Un coup de dès, habló de que su “vista entraba en contacto con los silencios que se habían materializado” y contemplaba “seres enteramente rodeados de su nada hecha sensible”. La poesía concreta y la visual derivarán de este principio, así como del objeto duchampiano, superación del texto como único formato posible para la poesía. En su forma expresan la idea del nadaísmo, pero no por ello son siempre paradigmas del movimiento. Como hemos apuntado antes, el nadaísmo no entiende sólo de estructuras.
Son nadaístas los aforismos de Ciorán, el nihilismo místico de Ekhart, las puertas cerradas de Sartre, el paraíso terrenal de Thomas Traherne, Lo innombrable en Beckett, los procesos de Kafka, los andenes de Benjamín Jarnés, las reflexiones de Chuang Tse, los haiku de Issa, la soledad sonora de San Juan de
VI.
Todos los -ismos son dignos si se enfrentan cara a cara con
El Nadaísmo no es el Nadaísmo. No, este nuevo nadaísmo no tiene nada que ver con aquel que fundó en los 50 Gonzalo Arango. La gran diferencia es el concepto de Nada. Para ellos era más bien un proceso de destrucción del arte, a la manera de los dadaístas y con cierto regusto futurista. Es
De la estética futurista de la máquina desechamos la idea de funcionalidad y progreso. La máquina nadaísta es un elemento más de la naturaleza. También desechamos el lado político y militar del futurismo, el culto fascista a la guerra y a la patria, la misoginia y la exaltación de la injusticia. Si bien el nadaísmo incluye la destrucción como elemento del arte; no justifica la destrucción y la violencia en la vida, como pretendía Marinetti. El nadaísmo asimila la idea futurista del ruido (Russolo), pero incluyéndolo como un elemento más y no como único medio de renovación. La idea de la lujuria como forma de arte (Valentine de Saint-Point) nos parece válida siempre y cuando conduzca al éxtasis y no se quede en un acto mecánico.
Del dadaísmo conservamos el espiritu de destrucción, la supresión de todo prejuicio artístico y la renovación de los lenguajes; pero negamos el valor de la destrucción en sí misma si tras ella no aparece
El surrealismo busca en el subconsciente, el nadaísmo busca en el no-consciente. Se trata de explorar el no-yo en vez del yo. Aun así, hay muchos puentes entre ambos. Los ready-mades (objetos que han perdido su utilidad al ser sacados de contexto) de Duchamp, los desiertos interiores de Dalí y la poesía del azar de Bretón son nadaístas. Defendemos también la idea del juego como respuesta ante
El minimalismo es el nadaísmo que utiliza el silencio (el vacío) para expresar
El nihilismo y el nadaísmo son esencialmente distintos. El nihilismo niega rotundamente la validez de los valores de cualquier tipo: es en función de lo que niega. El nadaísmo no se basa en la negación de los valores sino en la afirmación de
Nietzsche es nadaísta en su evidente contradicción: Su afirmación de la vida y negación de toda trascendencia frente a la creación de mitos trascendentes como el del superhombre o el eterno retorno. La creencia en el superhombre es un error parecido al de confundir el arte con el artista.
El racionalismo es el enemigo del nadaísmo. No se puede acceder a
El nadaísmo rechaza el romanticismo cuando la exaltación de los sentimientos se convierte en exaltación del yo. Rechazamos el emotivismo y el sentimentalismo, que no el sentimiento.
A Kant debemos atribuirle el mérito de descubrirle a occidente la inutilidad de la razón para la metafísica y la estupidez de todo intento racional de demostrar la existencia de dios o de describir lo absoluto. La dicotomía entre fenómeno y noúmeno es aplicable al nadaísmo, si entendemos la obra de arte como un fenómeno que nos permite aprehender de forma intuitiva el noúmeno, la cosa en sí y, en definitiva,
Schopenhauer hizo suya la idea kantiana de un noúmeno fuera del tiempo y el espacio y la identificó con la “voluntad de vivir” (o de ser, puesto que no se refiere únicamente a los seres vivos). Para él, la única forma en que este noúmeno puede manifestarse en el mundo es a través de fenómenos concretos, a través de fuerzas en tensión situadas en el tiempo y el espacio. El nadaísmo debe a Schopenhauer la idea de mostrar el noúmeno a través del fenómeno, el mostrar
Hegel cometió el error de creer que la asimilación del mundo por parte de la consciencia humana llegaría algún día a ser absoluta. Según él, cuando el mundo sea completamente asimilado dejarán de existir espacio y tiempo, quedando sólo el absoluto. El error de Hegel se hace evidente si tenemos en cuenta que la comprensión consciente del mundo tiene lugar a través de mecanismos de causa y efecto. Las causas son siempre elementos externos que actúan sobre un sistema delimitado y observable. Si tomamos el universo entero como sistema a observar no nos queda ningún posible elemento externo. Incluso si Dios fuera la causa del mundo, Dios seria real y por lo tanto pertenecería al sistema; así que estaríamos igual. Cuando tomamos el universo entero como objeto de nuestra razón, los mecanismos de causa y efecto dejan de tener sentido: topamos con
A Spinoza le reprochamos su excesivo afán matemático, pero su metafísica panteísta es perfectamente compatible con Hegel, Giordano Bruno y las filosofías orientales. La visión mística del mundo traducida al nadaísmo podría expresarse con la palabra nihilteismo.
El nadaísmo concilia la postura atea con la panteísta. Si Dios no existe, Dios es igual a Nada. Si Nada es igual a Todo, Todo es igual a Dios. Para el nadaísmo no hay ninguna diferencia sustancial entre decir que Dios no existe y decir que Todo es Dios. Se trata simplemente de una elección terminológica, una distinción que atañe a las palabras y no a la verdad.
El método fenomenológico de Husserl tiene en común con el nadaísmo la utilización de los fenómenos como vía para llegar a las esencias. Cuando se llega, por la razón, al final, a la noción más profunda del fenómeno éste se asimila por una intuición directa, no racional. Gombrowitz comparaba este proceso al de comer una alcachofa que se va deshojando hasta llegar a su corazón. Entonces, nos lanzamos a él y lo devoramos.
La angustia existencialista es la angustia producida por la visión de
De Heidegger tomamos la idea de que la existencia está hecha de Nada (idea que a su vez él tomó de Hegel). También adoptamos la creencia de que la vida humana es una constante oposición a
VII.
De Nada.