Juan Loyola o la rebeldía de un creador sudamericano. Pierre Restany

Juan Loyola o la rebeldía de un creador sudamericano
Pierre Restany

La carga pol
émica que sustenta toda la obra del ar­tista venezolano Juan Loyola, es la expresión de la rebelión individual de un suramericano. Es también la conciencia aguda de la re­pulsa colectiva de una gene­ración.

La crisis de identidad latinoamericana se expresa a través de toda la gama de denuncias individuales y colectivas de la injusticia social.

Pintor, escultor, cineasta, performancista, Juan Loyola es el hombre orquesta del rechazo de todas las opresiones, el cantor de una sociedad idealista, donde el hombre seria tratado en su justa medida.

La paradoja desarrolla su propia lógica, a la desmesura de la opresión corresponde la desmesura de la rebelión y del rechazo, a través de sus acciones, de sus presentaciones, sus manifiestos. Juan Loyola acusa a la élite corrompida de su país y también las formidables complicidades de la conciencia colectiva: la injusticia se desarrolla con mayor comodidad, cuando ella cuenta con la complicidad de la resignación y el egoísmo de las pequeñas diferencias.

Denunciar la condición in­humana de Venezuela, en es­pera de mañanas mejores para una tierra que él ama, tal es el ambicioso programa de Juan Loyola, tal es también el peligro de una tal apuesta de orden, tanto estética, como ética y en efecto la úni­ca arma que posee el artista, ante todos los abusos del po­der, reside en su conciencia moral, y en el grado de com­promiso correspondiente que él está en medida de asumir.

Los grandes momentos del discurso moral son la alegría y la metáfora.

Juan Loyola siempre quedara para mi arropado en los pliegues de la bandera de su país, una imagen tricolor amarilla azul y roja, los colores del sol, del mar y de la sangre.

La identificación de un hombre con la simbólica de los colores de este emblema nacional, es sin duda, algo que puede parecer banal, en su extrema sentimentalidad y sin embargo, del sol a la sangre, de la luz a la muerte, es todo un destino que se inscribe, cuando se vive en un país donde la escala de valores que uno considera como primordial es pisoteada de una manera constante y sistemática.

Yo estoy consciente del talento de Juan Loyola, creo en su obstinación y en su fe por la causa justa. Pero él nos parece ser de esa carne emocional hipersensible de la que están hechos los mártires.

Yo lo admiro con mucha ternura y concretamente, yo tengo miedo por él.