Acciones frente a la Plaza o volver al futuro. Antonieta Sosa

Acciones frente a la Plaza o volver al futuro
Antonieta Sosa

No existe nada muerto de manera absoluta,
cada sentido tendrá su fiesta de resurrección

Mijail Batjin

El futuro es hoy


Leí minuciosamente el libro. Mi fascinación por ver la relación entre la teoría y la práctica artística me ayudó a meterme en el problema. En mi acción Conversación con baño de agua tibia de 1980 en la GAN había una conversación grabada en­tre Héctor Fuenmayor y Alfredo del Monaco. Mi intención siempre fue la de guardar ese documento durante unos 10 años y dejarlo añejar como se añeja un vino y luego sacarlo, transcribirlo y publicarlo. Ver qué había sucedido entre el ni­vel verbal y los hechos. Era un experimento con la palabra. En 1991 lo publicó el MBA, once años después. Resultó profético en algunos aspectos. Yo partía de la premisa de que las palabras son como las estrellas, nacen, viven un tiempo y lue­go mueren. A veces vemos estrellas que ya murieron hace mucho tiempo. La información tarda en llegar.

Ahora me toca vivir la experiencia de presentar este libro, justamente yo que fui testigo presencial de todos esos even­tos y participante además. Han pasado 15 años y han aparecido nuevos términos. Muchos de los artistas que hacían acciones en esa época, ahora hacen Instala­ciones pero las huellas del cuer­po permanecen. La palabra ins­talación no se usaba en esa épo­ca. El tiempo y las actitudes en vez de borrar lo que se hizo las legitimó.

En los 90 somos testigos de la re­surrección o continuidad de mu­chos de los postulados plantea­dos por los artistas en esa época y que vemos reflejados en este li­bro. Hemos continuado trabajando duro a distintos niveles, en mi caso en lo pedagógico, al igual que Perna, D'Arago, Terán y otros. Comienzan a aparecer nuevas generaciones.

Algo me dice que todo apenas comienza. Un arte activista co­mienza a hacerse evidente. Un arte que refleja ese vínculo del arte con la vida. Es extraño, como cuando los códigos de la vida cotidiana pasan al arte, al comienzo son difíciles de identificar. Se produce un extrañamiento.

Arribamos a la cuarta etapa


En el texto sobre "La comunicación en las artes nuevas" Ma­ría Elena Ramos plantea la necesidad de un trabajo lento y a largo plazo, por etapas, siendo la encuesta a los artistas y crí­ticos la primera; el texto de la ponencia la segunda; la lectu­ra de la ponencia en el Encuentro de Arte No Objetual en Medellín en 1981 y organizado por Juan Acha, la tercera eta­pa. Quince años después me veo participando en la cuarta etapa: la aparición, finalmente, del libro de Fundarte en Ve­nezuela. Imagino que vendrán otras etapas...

El libro Acciones frente a la plaza viene a llenar ese vacío de información e investigación que ha existido en Venezuela en relación con los lenguajes artísticos contemporáneos.

Había mucho celo entre nosotros los artistas de que nuestro material no fuese manipulado por cualquier tipo de crítico que pudiese malinterpretarlo o distorsionarlo. Estábamos conscientes de estar frente a una situación de ruptura de los ante­riores códigos sobre los que se sustentaban las categorías artís­ticas tradicionales de pintura y escultura. Se había producido un cambio paradigmático donde ya no se juzga la obra por los pará­metros formales de línea, color, composición, etc., donde predo­mina el interés por el objeto de arte. El sujeto autor, el sujeto pú­blico cobra relevancia. El proble­ma del hombre frente a una rea­lidad en crisis va a predominar.

Se requiere de otro tipo de enfoque. Las reglas del juego aho­ra son otras. Como bien lo señala María Elena Ramos en su texto, estamos frente a un arte que rompe la separación o el límite entre el arte y la vida. Un arte que se mueve entre lo verbal y lo no verbal indiferentemente. Cuando Marcel Duchamp enuncia que es arte lo que el artista decide que es arte (incluyendo su condición de artista, el tipo de artista y su rol en la sociedad) se abre un pasadizo secreto (Sólo para inicia­dos) que hace posible pensar a un geógrafo como artista: Claudio Perna; a un comunicador social como artista: Marco Antonio Ettedgui; a un matemático, un antropólogo, un filó­sofo, siempre y cuando sean capaces de ver la relación y es­tablecerla. Eso lo entendió María Elena Ramos y, más que crí­tico que juzga, se convirtió en cómplice de una situación pro­vocadora como eran nuestras actividades. Su proyecto de encuesta y ponencia era el establecimiento del soporte sobre el cual ella iba a operar.

Era un experimento de investigación creativa donde ella se involucraba e involucraba a otros. En este tipo de arte saber jugar es importante y como dice Kosuth en su libro Arte des­pués de la filosofía y después: "el arte es un juego, sólo que el artista es el que determina las reglas del juego". Prueba de ello es la curaduría Intervenciones en el espacio que María Elena Ramos presentó en el Museo de Bellas Artes. Con la escogencia que hizo de esos once artistas internacionales y el venezolano Víctor Lucena, se está expresando. Podemos entonces hablar de la propuesta Curaduría como arte. Una curaduría llevada a cabo, no de una manera mecánica o mercenaria, sino donde se ponen en juego: investigación, creen­cias, valores personales, afectos, identificaciones, es algo emocionante de hacer, es algo que nos transforma y es, a mi juicio, una obra de arte.

Es una de sus formas de expre­sión. Ella siempre se está retan­do intelectualmente. Sus estudios de música, de comunicación so­cial, literatura, filosofía le han permitido acercarse a las obras de artistas complejos como Joseph Kosuth, considerado hoy en día uno de los máximos representan­tes del primer período del arte conceptual en el mundo; de un Víctor Lucena, de un Terry Smith, de un Luis Camnitzer, etc.

La observo también luchando por convertir ese espacio lla­mado Museo de Bellas Artes en una realidad dinámica, estu­diosa, participativa. Algo bien difícil de lograr pues las insti­tuciones tienen una natural tendencia a fosilizarse, a caer por flojera en rutinas y en un confort intelectual que sólo condu­ce al apoltronamiento y al facilismo. Sacudirle el polvo y qui­tarle las telarañas a un museo no es nada fácil. La sola pala­bra museo puede llegar a oler a moho y suena a sarcófago (como lo señaló Luis Camnitzer en su ponencia recientemen­te en el museo).


Acciones frente a la plaza
María Elena Ramos
Caracas, Fundarte, 1995


El libro Acciones frente a la plaza


Con sus 28 fotografías en blanco y negro, sus 137 páginas, re­coge de una manera justa y equilibrada ese momento histó­rico que fueron las acciones corporales de 1981. Nadie que­dó afuera. Todos los protagonistas desfilan equitativamente de un modo o de otro por sus páginas.

Bélgica Rodríguez, con su sonrisa un tanto escéptica pero dis­puesta a brindar apoyo desde su cargo en Fundarte en esa épo­ca y en ocasiones posteriores. Ella expresa su punto de vista en el libro de una manera cálida.

Juan Calzadilla, con sus muy vá­lidas dudas ancestrales sobre la identidad, lo latinoamericano y lo vernáculo, pero siempre presen­te y abierto a ver, escuchar y res­petar las propuestas de los artis­tas. La descripción que hace de cada acción es inteligente, sensible y aguda.

Axel Stein, el segundo de los dos únicos críticos que accedie­ron a la encuesta de María Elena Ramos sobre el tema (es de hacer notar que se la hizo llegar a varios otros). En ese momen­to lo encontramos preocupado por la falta de receptividad hacia esas manifestaciones por parte de las instituciones. Él era investigador del Museo de Bellas Artes en aquella época...

Amanda Calzadilla y María Cristina Arria, quienes de una manera impecable y comprensiva nos apoyaron en todas las resoluciones materiales, técnicas y la logística que los even­tos requerían.

La encuesta de María Elena Ramos permitió que participaran en el libro los otros artistas que en ese momento daban pau­tas importantes en estas modalidades conceptuales y que continúan activos, como Claudio Perna (el maestro), Héctor Fuenmayor (con respuestas muy analíticas por cierto), Theowald D'Arago, Diego Rísquez, Carlos Castillo, Javier Vidal. Ma­ría Zabala, quien murió al igual que Marco Antonio Ettedgui, y cuya obra aún está por ser analizada y divulgada. La acti­tud extremadamente activa y participativa de Marco Antonio se reflejó en el hecho de que, al morir, tanto su familia como sus amigos se organizaron de inmediato y al poco tiempo bue­na parte de su obra apareció publicada en un libro.

Después de leer el libro de María Elena Ramos, queda un de­seo de retomar los temas allí planteados sobre el problema de la comunicación y el arte conceptual y abrir un diálogo a la luz de las experiencias vividas durante estos años. Cuan­do dice que había en ese entonces un conceptualismo más racional que se daba en los Estados Unidos, creo que hacía referencia a artistas como Joseph Kosuth. Hoy ha tenido la oportunidad de tener al mismo Kosuth en persona frente a ella mientras planificaba su propuesta para las Intervenciones en el espacio. Pienso que en este momento ella debe tener una visión bien diferente de esa referencia que en aquel momento se sentía tan distante.

Se siente en el libro una búsqueda insistente por encontrar las palabras adecuadas para denominar aquello que se hacía. Cómo atrapar ese algo desconocido.

La palabra arte no convencional era agresiva, trajo mucho rechazo pues implicaba que los otros eran convencionales. Eso generaba rabia en los círculos más tradicionales. Luego se utilizaron términos más suaves como nuevos medios o lenguajes alternativos. Para lograr esas expresiones los ar­tistas tenían necesariamente que haberse rebelado contra lo que habían aprendido en las escuelas de arte de esa época: las categorías establecidas desde la antigüedad de pintura y escultura. Calzadilla en su texto explica el proceso histórico que necesariamente tuvieron estas expresiones. La secuen­cia collage, ensamblaje, ambientación y happening (poste­riormente performance y acción) es señalada por él.

Lo que se hacía no encajaba en los moldes previamente esta­blecidos. Lo que no encaja, no existe. Así que por mucho tiempo se nos ignoró. De allí el valor del riesgo que asumió María Elena Ramos al dedicarnos tiempo y atención. Es fre­cuente verla en las fotos de la época dentro del público observando los trabajos. Y recuérdese que eso no era tan fácil, pues como dijo Oswaldo Trejo: "ustedes presentan trabajo con horario". No se podía llegar cualquier día o a cualquier hora. Tenía que ser en el instante preciso. Como obras efíme­ras que eran, algunas se hacían una sola vez y no se repetían jamás. Sólo quedaba el documento: la fotografía, el video, la polaroid, la grabación o el texto.

Hay una gran dificultad en aceptar cambios y diferencias. Pre­domina la rigidez y el estereotipo. Thomas Kuhn en su libro La estructura de las revoluciones científicas, muestra lo difícil que son de aceptar por la mayoría de las personas los cambios de registro o paradigmas a través de la historia. Aun­que él se refiere a la actividad y pensamiento científicos creo que es válido transferir algunas conclusiones al mundo del pensamiento artístico.


De izquierda a derecha: Yeni, Alfred Wenemoser, Nan,
Diego Barboza, Marco Antonio Ettedgui y Antonieta Sosa.


Algunas anécdotas leves y livianas e impresiones sobre cosas que ocurrían en las presentaciones de las acciones frente a la plaza, con el mayor respeto por la seriedad de las propues­tas y sin ningún ánimo de ofender:

Carlos Zerpa; Ceremonia con armas blancas. Recuerdo que causaba miedo. Un día Carlos en vez de clavarle los cuchillos a los ñames que tenía previstos, en medio de la acción resol­vió lanzarlos al aire hacia el espacio del público y la gente huyó despavorida.

Marco Antonio Ettedgui; Hospitalización por cálculo re­nal. Hacía reír al público. Le encantaba doblar canciones ro­mánticas. El público dibujaba su cuerpo. Un día le pinté los labios de verde. Un amigo le dibujó una svástica en la meji­lla. El era un ideólogo. Hacía arte político al asumir los pro­blemas reales de la sociedad. En este momento le habrían so­brado temas. Su contexto era Venezuela como problema. Un artista activista.

Alfred Wenemoser; Persona a persona. Juega con la inge­nuidad del público. Demuestra lo fácil que es manipular a las personas si se desea hacerlo. Frente al clima de recogimien­to que crean los espacios de arte (parecido a las iglesias) las personas quedan desarmadas. No saben cómo actuar. Verdad y mentira se confunden.

Pedro Terán; Nubes para Colombia. En esta acción, cuan­do se cortó la franela y el pantalón y quedó desnudo, un gru­po de hombres salieron corriendo, aterrados. Yo los vi. Las mu­jeres en cambio permanecieron allí inmutables, viendo todo atentamente. Pensé que era algo como para ser analizado sociológicamente.

Yeni y Nan; Acción divisoria del espacio. Recuerdo que el público las observaba en silencio, con recogimiento. Todo era muy armónico, limpio y ordenado. El metrónomo era lo úni­co que se escuchaba tic-tac-tic-tac.

Diego Barboza; Poesía de acción - protestas. El público ju­gaba. Pegaban los papeles de seda rojo y azules de los carto­nes. Se los colocaban en la cabeza. Comenzaban a actuar, a jugar. Diego lograba sacarlos de una cotidianidad algo per­versa (aunque no tanto como la de ahora) y regresarlos por unos instantes a esa atmósfera fresca y suave de la infancia.

Antonieta Sosa; ¿Y por qué no? Rompí todas las copas que pude ese año. Donde quiera que llegaba algo de vidrio cerca de mí se rompía. Había hecho un pacto con el vidrio. Jamás me corté.

Un día me encontré a una amiga, Itala Scotto, que trabajaba en un departamento de la Universidad Central de Venezuela y le pregunté cómo iba su trabajo. Me contestó: "Allá estoy, intentando romper copas".

Antonieta Sosa. Artista plástico