Adrian Piper
Adrian Piper nació en Harlem y trabajó durante algún tiempo como pintora antes de entrar en contacto, hacia 1967, con los ambientes del arte conceptual neoyorkino. Fascinada por la libertad y las posibilidades de las formas expresivas artísticas recién ensayadas, se entregó al trabajo conceptual realizando proyectos que abordaban diversos aspectos del espacio y del tiempo. Muchas de sus primeras obras consisten en páginas manuscritas con textos, números o dibujos temáticamente agrupadas, se reúnen y se exponen en clasificadores de anillas. De las mismas fechas son sus piezas acompañadas de grabaciones.
Para Seriation 1 (1968), Piper llama repetidamente al servicio automático de la hora. Paralelamente al aviso, que tiene intervalo de 10 segundos, se oye el sonido de la selección del número que precede cada llamada. En consecuencia la obra ofrece el paso continuo del tiempo, reconocible simultáneamente como una sucesión de momentos señalados con toda precisión. Según sus propias palabras “que recurre a conceptos e ideas que trascienden su función estándar y al mismo tiempo hacen referencia a ellos mismos.”
En 1971, Piper decidió trasladar sus actividades artísticas de las galerías y los museos a los espacios públicos. En su Catálisis Series utiliza en público la presencia y la perceptibilidad de su cuerpo para provocar reacciones en los peatones en el marco de encuentros casuales. Para Catálisis IV se mete en la boca un pañuelo blanco. Con las mejillas hinchadas y un trozo de tela colgándole de la boca toma un autobús y obliga a los viajeros a afrontarse con su anormalidad, exhibida en señal de protesta. A diferencia de la mayoría de las performances que están ancladas en el contexto artístico tradicional, las acciones de Piper se definen en gran parte por las reacciones concretas de sus espectadores.
En todos los casos, uno de los ejes de su obra plantea abiertamente el tema del racismo y de lo que ahora se denomina choque de civilizaciones. Temas actuales que Piper muestra al público haciendo una particular mezcla entre elementos de la cultura popular y conceptos académicos.
"El arte tiene un rol importante en los cambios sociales y yo quiero ser un instrumento para este cambio". "Es un medio de comunicación entre los individuos", añade. La artista responde pausadamente a las preguntas y antes de empezar a hablar hace una pausa por ordenar sus ideas.
Adrian Piper empezó su trabajo en el año 1965. "Busco de cuál manera expresarme a través del arte en los temas que me interesan. Y mi interés particular -reconoce- está en los cambios sociales y en la xenofobia y el racismo, que es un problema global".
Diálogo y provocación
En sus obras intenta crear situaciones ante las cuales los espectadores reaccionen de manera inmediata, sorprendiéndose de sus impulsos. Es una forma de diálogo y de provocación donde a menudo hay también una buena parte de ironía. Sobre todo cuando utiliza un cierto tipo lenguaje o unas palabras determinadas.
"Intento no oponer nunca las palabras negro y blanco excepto cuando lo hago de forma irónica, para hablar de estereotipos", dice. Asegura que prefiere hablar de afroamericanos, euroamericanos o germanoamericanos. "Creo más en la geografía que en las razas", advierte.
Ve el racismo "no como una reacción personal sino como una arma política" que tiene que ver con "el uso y el control del ser humano". Dice que en el origen de todo está "el miedo y la curiosidad por todo aquello que nos es desconocido". "La xenofobia es una reacción del ser humano contra lo que es diferente", resume.
Feminista y crítica
Su trabajo tiene claras implicaciones feministas y la artista defiende su militancia: "Me considero feminista, y mucho. Pero en los EE.UU., el movimiento feminista ha perdido su rumbo. Están tan preocupados por poner mujeres en altos cargos que se han olvidado de la gran mayoría de mujeres que no tienen acceso a estos puestos".
También reparte críticas a la administración de su país cuando recuerda que "el 30% de la población está por debajo del nivel de pobreza". Y afirma que "hace falta distinguir entre las políticas estatales y lo que pasa en la calle".
Texto extraído de:
Arte Conceptual
Editorial Taschen
Para Seriation 1 (1968), Piper llama repetidamente al servicio automático de la hora. Paralelamente al aviso, que tiene intervalo de 10 segundos, se oye el sonido de la selección del número que precede cada llamada. En consecuencia la obra ofrece el paso continuo del tiempo, reconocible simultáneamente como una sucesión de momentos señalados con toda precisión. Según sus propias palabras “que recurre a conceptos e ideas que trascienden su función estándar y al mismo tiempo hacen referencia a ellos mismos.”
En 1971, Piper decidió trasladar sus actividades artísticas de las galerías y los museos a los espacios públicos. En su Catálisis Series utiliza en público la presencia y la perceptibilidad de su cuerpo para provocar reacciones en los peatones en el marco de encuentros casuales. Para Catálisis IV se mete en la boca un pañuelo blanco. Con las mejillas hinchadas y un trozo de tela colgándole de la boca toma un autobús y obliga a los viajeros a afrontarse con su anormalidad, exhibida en señal de protesta. A diferencia de la mayoría de las performances que están ancladas en el contexto artístico tradicional, las acciones de Piper se definen en gran parte por las reacciones concretas de sus espectadores.
En todos los casos, uno de los ejes de su obra plantea abiertamente el tema del racismo y de lo que ahora se denomina choque de civilizaciones. Temas actuales que Piper muestra al público haciendo una particular mezcla entre elementos de la cultura popular y conceptos académicos.
"El arte tiene un rol importante en los cambios sociales y yo quiero ser un instrumento para este cambio". "Es un medio de comunicación entre los individuos", añade. La artista responde pausadamente a las preguntas y antes de empezar a hablar hace una pausa por ordenar sus ideas.
Adrian Piper empezó su trabajo en el año 1965. "Busco de cuál manera expresarme a través del arte en los temas que me interesan. Y mi interés particular -reconoce- está en los cambios sociales y en la xenofobia y el racismo, que es un problema global".
Diálogo y provocación
En sus obras intenta crear situaciones ante las cuales los espectadores reaccionen de manera inmediata, sorprendiéndose de sus impulsos. Es una forma de diálogo y de provocación donde a menudo hay también una buena parte de ironía. Sobre todo cuando utiliza un cierto tipo lenguaje o unas palabras determinadas.
"Intento no oponer nunca las palabras negro y blanco excepto cuando lo hago de forma irónica, para hablar de estereotipos", dice. Asegura que prefiere hablar de afroamericanos, euroamericanos o germanoamericanos. "Creo más en la geografía que en las razas", advierte.
Ve el racismo "no como una reacción personal sino como una arma política" que tiene que ver con "el uso y el control del ser humano". Dice que en el origen de todo está "el miedo y la curiosidad por todo aquello que nos es desconocido". "La xenofobia es una reacción del ser humano contra lo que es diferente", resume.
Feminista y crítica
Su trabajo tiene claras implicaciones feministas y la artista defiende su militancia: "Me considero feminista, y mucho. Pero en los EE.UU., el movimiento feminista ha perdido su rumbo. Están tan preocupados por poner mujeres en altos cargos que se han olvidado de la gran mayoría de mujeres que no tienen acceso a estos puestos".
También reparte críticas a la administración de su país cuando recuerda que "el 30% de la población está por debajo del nivel de pobreza". Y afirma que "hace falta distinguir entre las políticas estatales y lo que pasa en la calle".
Texto extraído de:
Arte Conceptual
Editorial Taschen